Resumen: Aristóteles, Met. IX (1-4, 8)

Aristóteles, Metafísica, IX, capítulos 1-4 y 8
Resumen de Lázaro Moreno

Hemos tratado acerca del ente primero, es decir, acerca de la substancia: la cantidad, la cualidad y los demás que así se enuncian; mas, puesto que el Ente se dice no sólo en el sentido de “algo” o “cual” o “cuanto” sino también en la potencia y la entelequia y la obra, precisemos los límites de la potencia y de la entelequia. La potencia y el acto se extienden más allá de las cosas que sólo se enuncian según el movimiento.

Todas las potencias son ciertos principios, y se dicen en orden a una primera substancia, que es un principio de cambio que radica en otro, o en el mismo en cuanto es otro. En este caso se llama potencia pasiva, que es el paciente mismo un principio para ser cambiado por otro en cuanto que es otro. Otra es el hábito de inmunidad frente a peor o frente a la destrucción por el efecto de otro en cuanto otro como principio de cambio. En todas estas definiciones está contenido el concepto de la potencia primera, pues una cosa es potente por tener en ella misma la potencia de recibir la acción en cuanto unidad natural, ningún ser padece la acción de sí mismo, ya que  es uno solo y no otro.

La impotencia y lo impotente es la privación contraria a esta potencia; en algunas cosa, si estando llamadas a tenerlo, no lo tienen a causa de violencia decimos que están privadas de ello. Es evidente que también de entre las potencias, unas serán irracionales y otras racionales. Por eso todas las artes y las ciencias  productivas son potencias, puesto que son principios productores de cambio que radican en otro o en cuanto es otro. Y las racionales, todas pueden producir ellas mismas los efectos contrarios pero las irracionales se limitan a uno. Y esto se debe a que la ciencia  es un enunciado,  y la ciencia es potencia por tener el concepto, y el alma tiene un principio de movimiento, lo sano sólo produce salud y lo que puede calentar, calor. Por eso las cosas que tienen potencia fundadora en un concepto producen efectos contrarios a los de aquellas cuya potencia no se apoya en un concepto, pues los contrarios están contenidos en el mismo principio, es decir, el concepto.

Pero hay algunos que afirman, como los megáricos que solo se tiene potencia mientras se actúa, y que cuando no se actúa, es imposible que posea estas artes quien no las haya aprendido o recibido alguna vez, y que deje de poseerlas  sin haberlas perdido (o por olvido o por alguna enfermedad o por el tiempo); no ciertamente por corrupción de las cosas, pues existe siempre. Pero, cuando vuelva a edificar de pronto, ¿de dónde lo habrá sacado? Lo mismo habrá que decir de los seres inanimados. Más aún, ningún ser tendrá potencia sensitiva si no está sintiendo actualmente. Si imposible es lo que está privado de potencia, lo que no está generándose será imposible que llegue a generarse.

La palabra “acto”, aplicada a la entelequia, ha pasado a otras cosas principalmente desde los movimientos, pues el acto parece ser principal movimiento, por eso a las cosas que no existen no se les atribuye movimiento, a diferencia de otras categorías, como “ser pensable” o “deseable”.

Puesto que hemos determinado en cuántos sentidos se dice “anterior” está claro que el acto es anterior a la potencia. Y me refiero no sólo a la potencia determinada que llamamos principio de cambio y está en otro o en el mismo en cuanto otro, sino, en general, a todo principios de movimiento o de quietud. A todos estos tipos de potencia es anterior el acto conceptualmente y substancialmente.

Quedó dicho en las consideraciones relativas a la substancia que todo lo que se genera llega a ser algo a partir de algo y por obra de algo. En esto se basa el argumento sofístico de que, sin tener la ciencia, uno hará aquello que es objeto de la ciencia. Así pues, también en esto se ve que el acto es, incluso en este sentido, anterior a la potencia en cuanto a la generación y al tiempo. Pero también en cuanto a la substancia, porque lo que es posterior en cuanto a la generación es anterior en cuanto a la especie y en cuanto a la substancia.
Por consiguiente, está claro que la substancia y la especie son acto. Y este razonamiento pone de manifiesto, que en cuanto a la substancia, es anterior al acto a la potencia. En cuanto al tiempo, siempre hay un acto anterior a otro, hasta llegar al que siempre mueve primordialmente. Pero también en un sentido más fundamental, pues las cosas eternas son substancialmente anteriores a las corruptibles, y nada es eterno en potencia. Y la razón es ésta: toda potencia es al mismo tiempo potencia de la contradicción, puesto lo que no es posible que exista no puede existir en nada, y por otra parte, todo lo que es posible puede no estar en acto. Así pues lo que es posible que exista puede existir y no existir, por tanto una misma cosa puede existir y no existir.

Aristóteles: potencia y acto

Notas de clase sobre la potencia y el acto según Aristóteles
Por Omar Alejandro Jáuregui

La naturaleza del mundo es móvil, cambiante. Por eso, Aristóteles intenta explicar el movimiento superando la polémica entre los seguidores de Heráclito y de Parménides, es decir el Devenir (o cambio) respecto de la Permanencia.

Decimos que una substancia se convierte en otra substancia gracias a la potencia. Y potencia es el principio de cambio (movimiento) que se da para pasar de un ser a otro. Tal principio de cambio se da en otro.

Existen dos tipos de potencia:

Congénita: Es la capacidad que toda substancia tiene por naturaleza. Esta se refiere a que si se dan las condiciones adecuadas se va desarrollar: Una semilla tiene la capacidad o potencia de llegar a ser árbol, si se le dan las condiciones necesarias, si se le riega, echa abono, etc.

Adquirida: Necesita de alguien externo para llegar a ser (un tercero que  la transforme), el árbol tiene la capacidad o potencia adquirida de llegar a ser una mesa, si una persona externa lo transforma en eso, ya que no se va a convertir por naturaleza en closet, sino que necesita de un tercero para llegar a ser mesa.

La materia es lo que permite que las cosas se transformen, que cambien. Esta es el sujeto de la substancia. Lo que permanece a través de los cambios en la materia, pues en el ejemplo del árbol y de la mesa, cuando se transforma, gracias a la potencia adquirida de un tercero, lo que permanece es la madera (materia) y no la forma de árbol.

Existen dos tipos de potencia: la activa y la pasiva. La potencia activa es de quien lo hace y la pasiva es de quien recibe; por ejemplo, el aprendizaje es potencia pasiva y el acto de enseñar es potencia activa.

Un ente puede tener una potencia racional o irracional.

Irracional como el fuego que puede quemar y racional como un doctor que puede curar. La diferencia es que si se dan las condiciones ese acto va a suceder (potencia irracional), pero de igual manera si se dan las condiciones puede o no puede pasar el acto (potencia racional); la diferencia está en que la potencia racional depende de una elección, mientras que la irracional no.

Es decir, si se dan las condiciones, el fuego va a quemar (irracional), pero si se dan las condiciones, el doctor puede curar o no curar, esto es matar o perjudicar al paciente (racional).

El movimiento es el paso de la potencia al acto. Habrá pues que definir qué es primero, si el acto o la potencia.

En el sentido de la noción, es primero el acto, esto es, la realización completa. Entendemos al niño (potencia) cuando sabemos que será hombre (acto).

En sentido del tiempo, para el individuo primero es la potencia y luego el acto; en cambio, en el sentido de la especie primero es el acto.

Respecto de la substancia, primero es el acto y luego la potencia, porque el fundamento de la substancia es la forma y lo que hace la substancia es adquirir una forma y esa forma debe adquirir una materia, pero la forma precede a la materia.

Resumen: Aristóteles, Met VII (7-17)

Aristóteles, Metafísica, Libro VII, capítulos 7-17.
Resumen de Nadia Jaasiel Alcázar

VII. Las cosas puedes ser generadas desde la naturaleza, arte (técnica) o espontáneamente (azar); estas a su vez proceden por una causa, desde otra cosa y de cantidad, cualidad y lugar (características del ser). Las cosas que se generan de la naturaleza provienen de la materia y son llamadas sustancias. La generación de la generación es llamada producción. Por ejemplo: hombres, plantas o animales, todas estas y las que provienen del arte, tienen materia. Las producciones por arte son las que tienen su esencia en el alma, esta es la substancia sin materia. Los contrarios son la ausencia de la substancia, como la falta de la substancia de la salud, es la enfermedad; a su vez la salud proviene de la salud, pero la medicina o artes curativa, es el arte para la salud y el proceso de esta es el movimiento. De las generaciones y movimientos, el que surge del principio y la especie se llama pensamiento, y el que arranca del final del pensamiento es la producción. Las cosas están en potencia de existir y la mano del hombre puede hacerlas existir, porque lo que está en potencia de existir está en el alma, preexistirá en esta.

VIII. El principio de la generación proviene de y por algo, y llega a ser una cosa. La forma de esta cosa no la producimos, sino que ya está preestablecida, por ejemplo: cuando creamos una esfera, no estamos generando la esfera en sí, sino la forma redondeada de algún tipo de material. La forma en sí, ya existe. Por lo tanto, la forma no se genera por nada, siempre ha existido. Pero de lo que se genera que está formado de materia y forma, la materia es lo que sí se genera o proviene de otra cosa.

IX. La razón por la cual algunas generaciones son espontáneas y otras no (salud y casa), es porque la substancia de unas puede moverse por sí misma y otras necesitan la mano del hombre, para moverse o generarse. Las que se generan o mueven por sí misma, o sea las de generación espontánea, pueden también ser movidas por el arte.  Aun así, todas estas cosas provienen de una forma ya preexistente. En el ejemplo de la casa, esta proviene de una forma de casa ya existente y en el otro ejemplo de salud, esta proviene de la misma salud, porque como se mencionó antes, la enfermedad sólo es la ausencia de la salud. Y esta puede ser producida espontáneamente o con ayuda de la mano humana. Las cosas naturales son similares, ya que la forma preexiste pero en potencia, por ejemplo la semilla en potencia puede volverse un árbol.

X. Toda cosa tiene partes, porque es un todo. La substancia puede estar compuesta de forma y materia, juntas son un “todo”, y ambas pueden ser anteriores o simultáneas al compuesto. Los compuestos materiales son, empero, posteriores al compuesto (todo), porque dependen de otro para ser: por ejemplo, un dedo es parte de un hombre, no un dedo por sí mismo. Las partes de la forma, en cambio, siempre son anteriores a todo, porque son eternas.

XI. Para saber las partes de las cosas, es necesario diferenciar entre la forma y la materia, y cuál es la esencia de las cosas. Los pitagóricos y Sócrates, estaban equivocados al querer separar totalmente la materia de lo que es la substancia. Las cosas sensibles no pueden existir sin materia, como el hombre y el animal, porque no pueden ser definidos sin movimiento y para que haya movimiento debe haber órganos (partes dispuestas al movimiento); por eso es que el hombre o animal, está compuesto forzosamente de cuerpo y alma (materia y forma), aunque su substancia es el alma. Esto es diferente de lo demás, por ejemplo un aro de hierro puede existir sin el hierro.

XII. La definición es el llamado género primero y las diferencias, este enunciado debe ser único porque se define la substancia, y esta es única y determinada. La última diferencia de una cosa (con base en otras), será la substancia; aun así, todas las diferencias son una definición. Por lo tanto la substancia debe ser lo único o lo principal de una definición. Las diferencias accidentales, no pueden ser tomadas en cuenta porque son demasiadas.

XIII-XIV. La substancia no puede ser lo universal, como afirmaba Sócrates. Esto es por que lo universal es lo común y la substancia es lo único, son una forma de ser pero no algo determinado. La doctrina de las “Ideas” afirma que las ideas son substancias separadas, como resultado de la separación de género y diferencias. Si la definición de hombre es animal y bípedo, querrá decir que es substancia, pero el animal de la definición de hombre será el mismo animal de la definición de caballo y otros muchos seres de los cuales será animal su substancia. Lo cual resulta imposible.

XV. La substancia es de dos clases: una la del todo en concreto, que es concepto y forma, y la otra es el puro concepto. El concepto es incorruptible porque no es generado como la substancia de todo. Esta substancia (la de segunda clase) es eterna y única, como el sol y la luna, por lo tanto es indefinible.

XVI. No se puede llamar substancia a las partes de los animales, el aire, la tierra, el fuego, ni el ser y el uno. Las partes de los animales, separadas, son pura materia. El aire, la tierra y el fuego no forman una unidad en sí mismas. Y el ser y el uno son comunes a todas las cosas y la universalidad no es substancia, ni ninguna substancia se compone de substancias.

XVII. La substancia es un principio y una causa. Al preguntarse el porqué de las cosas, referente a otra o por partes de, la respuesta ultima es la substancia de la cosa. Es decir, esta respuesta es la forma, sin tomar la materia. En conclusión, la substancia no es un elemento, es un principio.

Aristóteles: la substancia (Met. VII)

Notas de clase en torno a la substancia
Por Roberto Vilchis

Sabemos que lo real (de modo inmediato) está compuesto de materia y de forma. De ahí que decimos, que conocemos lo que una cosa es cuando la idea del objeto que tenemos coincide con el objeto real. En otras palabras, cuando se da la adecuación del intelecto con (forma de) la cosa.

¿Qué es, pues, la forma de una cosa? Forma es lo o que hace que algo sea.
Y ¿qué es lo que la hace ser? Su componente fundamental es la Esencia: es lo que hace que una cosa sea lo que es.

Conocemos la esencia de las cosas cuando nuestro concepto universal se corresponde con una esencia.

Lo que nos ayudará a conocer serán las causas: Puesto que conocer algo real, significa conocer sus causas, la física debe preocuparse por establecer las causas de los seres naturales. La causa o principio radical de cada cosa está en su propia naturaleza y por ello hay que partir.

Aristóteles establece, cuatro causas:

1. La causa material (Ej: el bronce de la estatua)
2. La causa formal (Ej: la forma de la estatua)
3. La causa motriz o eficiente (Ej: el escultor)
4. La causa final (Ej: adornar un templo)

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Notas sobre la substancia según Aristóteles a partir de los primeros capítulos del libro VII de su Metafísica

Después de que Aristóteles estudió el orden con el que hay que proceder para estudiar la substancia ahora empieza a estudiar las substancias sensibles. Divide su exposición en 2 partes por medio de razonamientos lógicos y comunes a partir  de los principios de la substancia sensible.

Primero dice hay que conocer lo más fácil de conocer, ya que el aprendizaje se realiza, para todos pasando por las cosas menos cognoscibles por la naturaleza y de ahí a las que son más cognoscibles. Sabiendo que nuestro conocimiento empieza por los sentidos.
El ser se entiende de muchas maneras, según lo hemos visto en el libro IV de la misma Metafísica. Ser significa, ya la esencia, la forma determinada, la cualidad, la cantidad o cada uno de los demás atributos de esta clase.

Pero entre estas numerosas acepciones del ser, hay una acepción primera; y el primer ser es sin contradicción la forma distintiva, es decir, la substancia.

Por ejemplo, cuando atribuimos a un ser tal o cual cualidad, decimos que es bueno o malo. Y no decimos que tiene tres codos o que es un hombre o que es piedra; cuando queremos, por lo contrario, expresar su naturaleza, no decimos que es blanco o caliente ni que tiene tres codos de altura, sino que decimos que es un hombre. A las demás cosas no se les llama seres, sino en cuanto son cantidades del ser primero, o cualidades, o modificaciones de este ser, o cualquier otro atributo de este género.

No es posible decidir si andar, estar sano, sentarse, son o no seres, y lo mismo sucede con todos los demás estados análogos. Porque ninguno de estos modos tiene por sí mismo una existencia propia; ninguno puede estar separado de la sustancia.

Si estos son seres, con más razón lo que anda es un ser, así como lo que está sentado, y lo que está sano.

Pero estas cosas no parecen tan grabadas con el carácter del ser, sino en cuanto bajo cada una de ellas se oculta un ser, un sujeto determinado. Este sujeto es la sustancia, es el ser particular, que aparece bajo los diversos atributos. Bueno, “sentado” no significa nada sin esta sustancia.

Es evidente que la existencia de cada uno de estos modos depende de la existencia misma de la sustancia. Por lo que concluimos diciendo; que es claro que la sustancia será el ser primero, no tal o cual modo del ser, sino el ser tomado en su sentido absoluto.

Aristóteles: La substancia

Notas sobre la substancia según Aristóteles a partir de los primeros capítulos del libro VII de la Metafísica.
Por Omar Jáuregui

Ente significa la quidad y algo determinado, y, por otra parte, la cualidad o la cantidad o cualquiera de los demás predicados de esta clase. Pero es evidente que el primer ente de estos es la quidad, que significa la substancia, y los demás se llaman entes por ser cantidades, cualidades o afecciones o alguna otra cosa del Ente en este sentido. Por eso podría dudarse si “andar” y “estar sano” y “estar sentado” significan cada uno un ente; pues ninguno de ellos tiene naturalmente existencia propia ni puede separarse de la substancia, sino que más bien, en todo caso, serán entes lo que anda y lo que está sentado y lo que está sano. En todos es primero la substancia: en cuanto al enunciado, en cuanto el conocimiento y en cuanto el tiempo.

Ahora nos preguntamos: ¿Qué es el Ente?, ¿Qué es la Substancia?, dado que es lo mismo, decimos que de la substancia se habla, al menos, en cuatro sentidos principales. La esencia, el universal y el género parecen ser substancia de cada cosa; y el cuarto de ellos es el sujeto que es aquello de lo que se dicen las demás cosas, sin que él, por su parte, se diga de otra.

La substancia, a saber, es aquello que no se dice de un sujeto, sino de lo que se dicen las demás cosas. Pero no se debe proceder sólo así, ya que esto mismo es oscuro, y, además, la materia se convierte en substancia. Porque, si ésta no es substancia, no se ve qué otra cosa pueda serlo, pues, suprimidas las demás cosas, no parece quedar nada. Las demás cosas son afecciones y acciones y potencias de los cuerpos, y la longitud y la latitud y la profundidad son ciertas cantidades, pero no substancias (pues la cantidad no es substancia).

Parecerá así que la materia es la única substancia. Y entiendo por materia la que de suyo ni es algo, ni es cantidad, ni ninguna otra cosa de las que determinan al ente. De este modo llegarán a la conclusión de que es substancia la materia.
Pero esto es imposible, el ser separable y algo determinado parece corresponder a la substancia; por eso la especie y el compuesto de ambas parecen ser substancias en mayor grado que la materia.

La substancia parecía ser la esencia. La esencia de cada cosa es lo que se dice que está es en cuanto tal. Pues tu esencia no es el ser músico, por ejemplo, pues no eres músico en cuanto eres tú mismo. Lo es, por consiguiente, lo que eres en cuanto tú mismo.
La esencia es lo mismo que la quidad; y, cuando una cosa se dice de otra, no es algo determinado. La individualidad corresponde sólo a las substancias; de suerte que solo habrá esencia de aquellas cosas cuyo enunciado es una definición. Y no es definición si un nombre significa lo mismo que un enunciado. No habrá, pues, esencia de ninguna de las cosas que no son especies de un género, sino tan sólo de éstas, pero también para cada una de las demás cosas habrá un enunciado que explique, si hay un nombre, que significa que esto se dé en lo otro, o, en vez de un enunciado simple, otro más exacto; pero no habrá definición ni esencia.

La quidad significa, en un sentido, la substancia y el individuo, y, en otro, cualquiera de los predicamentos: cantidad, cualidad, y los demás semejantes. Así como “es” se aplica a todos, pero no de igual modo, sino a uno primordialmente y a los demás secundariamente, podemos, en efecto, preguntar qué es la cualidad, que también se cuenta entre las quididades, pero no es sentido absoluto, sino que, así como hablando del “No-ente”, que el “No-ente” es, no en sentido absoluto, sino que es No-ente, así también la cualidad. Debemos añadir que también la esencia se dará principalmente y en sentido absoluto en la substancia, y secundariamente en los demás predicamentos. Pues bien, se debe decir que estas cosas son entes por homonimia (mismo nombre pero significado diferente), por adición o substracción.

Una cosa está clara, y es que la definición en sentido primordial y absoluto y la esencia, pertenecen a las substancias. Es cierto que también pertenecen de manera semejante a los demás predicamentos, pero no primordialmente.

Síntesis de clase: Aristóteles, materia y forma

Síntesis de la lección sobre materia y forma
Por Omar Alejandro Jáuregui


Existe algo que es evidente para nosotros y algo que es evidente en sí mismo. Un ejemplo es una ecuación: en cuanto ecuación es evidente en sí misma, pero para mí no es evidente porque no la conozco. Sin embargo, tan pronto llegue a conocerla, será evidente también para mí. De este modo se puede leer la alegoría de la caverna de Platón, cuando el hombre sale de la caverna después de haber pasado por el camino difícil y llega a la luz para ver lo real.

Todo objeto se conforma de materia y forma. La forma no es algo exterior a la materia, ya que la materia no existe sin una forma.

Un ser humano se conforma de cuerpo (materia) y alma (forma). Su materia son los huesos, la carne, los cartílagos, los tendones, mientras que su forma “es humana”.

Al morir, un ser humano pierde su forma, ya que la vida o alma es la forma y, al perderla, deja de ser humano, ya que para serlo necesita de materia y forma, de cuerpo y alma, y si pierde uno de los dos, deja de ser lo que era.

Sontag: foto y apariencia

Susan Sontag, «En la caverna de Platón» en Sobre la fotografía
Resumen de Daniel Sebastián Tinajero

Educarse mediante fotografías no es lo mismo que educarse mediante imágenes más antiguas, más artesanales. Coleccionar fotografías es coleccionar el mundo. Las fotografías son en efecto experiencia capturada y la cámara es el arma ideal de la conciencia en su talante codicioso. Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que parece conocimiento. Las fotografías procuran pruebas. Algo que sabemos de oídas pero de lo cual dudamos, parece demostrado cuando nos muestran una fotografía. A partir del uso que les dio la policía en París en la sanguinaria redada de los communards en Junio de 1871, los Estados modernos emplearon las fotografías como un instrumento útil para la vigilancia y control de poblaciones cada vez más inquietas. Una fotografía pasa por prueba incontrovertible de que sucedió algo determinado. La imagen quizás distorsiona, pero siempre queda la suposición de que existe, o existió algo semejante a lo que está en la imagen. Con las Polaroid, las fotografías son un medio práctico y rápido de tomar apuntes.

Susan Sontag (1933-2004)
Aun cuando a los fotógrafos les interese sobre todo reflejar la realidad, siguen acechados por los tácitos imperativos del gusto y la conciencia. Aunque en un sentido la cámara en efecto captura la realidad, y no sólo la interpreta, las fotografías son una interpretación del mundo tanto como las pinturas y dibujos. Todo uso de la cámara implica una agresión. Aun en los primeros maestros como David Octavius Hill y Julia Margaret Cameron, que emplearon la cámara como medio de obtención de imágenes pictóricas, el propósito de hacer fotografías fue un inmenso alejamiento de la meta de los pintores. Desde sus inicios, la fotografía implicó la captura del mayor número posible de temas. La pintura jamás había tenido una ambición tan imperial. La ulterior industrialización de la tecnología de la cámara sólo cumplió con una promesa inherente: democratizar todas las experiencias traduciéndolas a imágenes. Con las primeras cámaras, fabricadas en Francia e Inglaterra a principios de la década de 1849, no había aficionados, y la fotografía no tenía un uso social; era una actividad gratuita, es decir artística. Solo con la industrialización la fotografía alcanzó la plenitud del arte. Recientemente la fotografía se ha transformado en una diversión casi tan cultivada como el sexo y el baile. Es sobre todo un rito social, una protección contra la ansiedad y un instrumento de poder.

La conmemoración de los logros de los individuos en tanto miembros de la familia es el primer uso popular de la fotografía. Casi todos los hogares tienen cámara, pero las probabilidades de que haya una cámara en un hogar con niños es el doble. No fotografiar a los propios hijos, sobre todo cuando son pequeños, es una señal de indiferencia de los padres, así como no posar para la foto de graduación del bachillerato es un gesto de rebelión adolescente. Poco importa cuáles actividades se fotografían siempre que las fotos se hagan y aprecien.
También ayudan a tomar posesión de un espacio donde la gente está insegura. La fotografía se desarrolló en conjunción con una de las actividades modernas más características: el turismo. Parece decididamente anormal viajar por placer sin llevar una cámara. Las fotografías son la prueba irrecusable de que alguien hizo la excursión. Las fotografías documentan secuencias de consumo realizadas en ausencia de la familia, los amigos, vecinos.
El acto fotográfico, un modo de certificar la experiencia, es también un modo de rechazarla. El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotos. El empleo de una cámara atenúa su ansiedad provocada por la inactividad laboral cuando están en vacaciones y presuntamente divirtiéndose. La fotografía se ha transformado en uno de los medios principales para experimentar algo, para dar una apariencia de participación. La omnipresencia de las cámaras insinúa de modo persuasivo que el tiempo consiste en acontecimientos interesantes, dignos de fotografiarse. Una vez terminado el acontecimiento, la fotografía aún existirá, confiriéndole una especie de inmortalidad de la que jamás habría gozado de otra manera. Hacer una fotografía es tener interés en las cosas tal como están.

La cámara no viola, ni siquiera posee, aunque pueda atreverse, entrometerse, invadir, distorsionar, explotar. La cámara, como el automóvil, se vende como un arma depredadora, un arma tan automática cómo es posible, lista para saltar. Como las armas y los automóviles, las cámaras son máquinas que cifran fantasías y crean adicción. Sin embargo, pese a las extravagancias de la lengua cotidiana y la publicidad, no son letales. La cámara/arma no mata, así que la ominosa metáfora parece un mero alarde, como la fantasía masculina de tener un fusil, cuchillo o herramienta entre las piernas. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente.
Quizás con el tiempo la gente aprenda a descargar más agresiones con cámaras y menos con armas, y el precio será un mundo aún más atragantado de imágenes. Cuando sentimos miedo, disparamos. Pero cuando sentimos nostalgia, hacemos fotos. La fotografía es un arte elegíaco, un arte crepuscular. Algo feo o grotesco puede ser conmovedor porque la atención del fotógrafo lo ha dignificado. Algo bello puede ser objeto de sentimientos tristes porque ha envejecido o decaído o ya no existe. Hacer fotografía es participar de la mortalidad, vulnerabilidad, mutabilidad de otra persona o cosa. Precisamente porque seccionan un momento y lo congelan, todas las fotografías atestiguan la despiadada disolución del tiempo. Como los parientes y amigos muertos conservados en el álbum familiar, barrios hoy demolidos, de zonas rurales desfiguradas y estériles, nos procuran una relación de bolsillo con el pasado.

Una fotografía es a la vez un signo de ausencia, incita a la ensoñación. La foto del amante escondida en la billetera de una mujer casada, las instantáneas de los hijos del taxista en la visera; son tentativas de alcanzar o apropiarse de otra realidad. Las fotografías pueden ser más memorables que las imágenes móviles, pues son fracciones de tiempo nítidas, que no fluyen. Cada fotografía fija es un momento privilegiado convertido en un objeto delegado que se puede guardar y volver a mirar. Aunque un acontecimiento ha llegado a significar, precisamente, algo digno de fotografiarse, aún es la ideología lo que determina qué constituye un acontecimiento. Las fotografías causan impacto en tanto que muestran algo novedoso.
Sufrir es una cosa; otra es convivir con las imágenes fotográficas del sufrimiento. Las imágenes pasman. Las imágenes anestesian. Un acontecimiento conocido mediante fotografías sin duda adquiere más realidad que si jamás se hubieran visto. En estas últimas décadas, la fotografía ha contribuido a adormecer la conciencia tanto como a despertarla.

Las fotografías fueron puestas al servicio de importantes instituciones de control, sobre todo la familia y la policía, como objetos simbólicos e informativos. Las fotografías se valoran porque suministran información. La fotografía no es sólo una porción de tiempo, sino de espacio. En un mundo gobernado por imágenes fotográficas, todas las fronteras parecen arbitrarias. Todo puede volverse discontinuo, todo puede separarse de lo demás: sólo basta encuadrar el tema de otra manera. La cámara atomiza, controla y opaca la realidad.

La fotografía implica que sabemos algo del mundo si lo aceptamos tal como la cámara lo registra. El conocimiento obtenido mediante fotografías fijas siempre consistirá en una suerte de sentimentalismo, sea cínico o humanista. Un simulacro de conocimiento, un simulacro de sabiduría, como el acto de fotografiar es un simulacro de posesión, un simulacro de violación. La fotografía nos persuade de que el mundo está más disponible de lo que está en realidad. La necesidad de confirmar la realidad y dilatar la experiencia mediante fotografías es un consumismo estético al que hoy todos son adictos. En lo fundamental, tener una experiencia se transforma en algo idéntico a fotografiarla. Mallarmé, afirmó que en el mundo todo existe para culminar en un libro. Hoy todo existe para culminar en una fotografía.